lunes, 17 de junio de 2024

Tipos de rocas

Las rocas se presentan en infinidad de formas, tamaños y colores. Su estudio es 
fundamental para la búsqueda de recursos minerales y la comprensión del planeta Tierra.
Los científicos las han agrupado en tres grandes categorías que a su vez se relacionan entre sí:

 

  • Ígneas
  • Sedimentarias
  • Metamórficas

Las rocas vienen en infinidad de características, formas y colores debido a los procesos que les dieron origen. Fuente: Pexels.

 

Rocas ígneas

Se forman por el enfriamiento y la posterior solidificación del magma, que es el material rocoso fundido que se encuentra a varios niveles de profundidad en la corteza y el manto terrestres. 

Como el proceso de enfriamiento del magma es relativamente lento bajo la superficie, se van formando cristales grandes al solidificarse, conformando las rocas intrusivas, que van quedando expuestas en la superficie a causa de la erosión.

El principal ejemplo de este tipo de roca es el granito, el constituyente principal de la corteza terrestre.

 Otras veces, el magma emerge a la superficie desde el interior de la Tierra, como ocurre durante las erupciones volcánicas. Entonces se le conoce como lava, la cual se enfría rápidamente, dando lugar a rocas formadas por cristales de menor tamaño.

Estas son las rocas extrusivas, siendo las más conocidas los basaltos, ricas en minerales como hierro y magnesio, de allí que sean más densas que los granitos.


Columnas de basalto en Rumania. Fuente: Wikimedia Commons.
 

Rocas sedimentarias

 Son las rocas formadas a partir de sedimentos acumulados en la superficie terrestre, la cual es afectada continuamente por la erosión, un proceso natural de desgaste originado por multitud de agentes como el agua, los vientos y la acción de los glaciares, entre otros.

Estos procesos desgastan la superficie, transportando partículas que luego se acumulan en forma de capas en distintos lugares. Estas capas se van litificando, es decir, se van convirtiendo en roca mediante dos procesos básicos:

  • Compactación, por acción mecánica del peso que va comprimiendo los materiales poco a poco.

  • Cementación, causada por el agua que se va filtrando a través de los espacios entre los sedimentos. Con el tiempo, los materiales disueltos en el agua precipitan en esos espacios, convirtiéndose en masa sólida.

 Durante estos procesos, la composición original de la roca puede verse alterada por reacciones químicas, aunque en otras ocasiones se mantiene más o menos inalterada.

 Esto da lugar a dos tipos de rocas sedimentarias:

  • Clásticas
  • Químicas

Rocas sedimentarias clásticas

Las rocas sedimentarias clásticas se componen de fragmentos de índole diversa, que pueden incluir no solo minerales, sino restos de plantas y conchas marinas. Muchas de ellas son importantes por su capacidad de actuar como rocas reservorio, es decir, que pueden almacenar hidrocarburos en sus poros y fracturas.

Suelen diferenciarse por el tamaño de sus partículas, siendo las más destacadas en esta categoría las lutitas y las areniscas.

La lutita es una roca de grano fino cuyas partículas suelen tener menos de 1/256 mm, mientras que en la arenisca predominan granos similares en tamaño a la arena, entre 1/16 y 2 mm. 


Rocas sedimentarias químicas

Estas rocas se distinguen fundamentalmente por su composición química. Surgen mediante la cristalización de minerales a partir de la acción del agua en la que vienen disueltos diversos compuestos.

Sobresalen como ejemplo de estas rocas sedimentarias las calizas, que son las más comunes, y la sal de roca o halita, de gran importancia económica y cultural desde tiempos neolíticos.

Por sus características, las rocas sedimentarias químicas tienen gran importancia en la investigación del pasado terrestre, pues contienen muchísima información relevante acerca de los ambientes que les dieron origen y cómo los sedimentos llegaron hasta un determinado lugar.

Si bien las rocas sedimentarias no son las más abundantes en la Tierra, sí que son las más abundantes en su superficie, lo cual tiene sentido, puesto que se forman mediante procesos que tienen lugar a niveles muy superficiales de la Tierra.


Los acantilados blancos de Dover, Inglaterra, compuestos de caliza de Creta de origen orgánico. Fuente: tofoli.douglas a través de Flickr.


Rocas metamórficas

Las rocas metamórficas, como su nombre lo indica, se producen mediante transformaciones de las rocas ya descritas o incluso de otras rocas metamórficas. De manera que cada roca metamórfica tiene una “roca madre” que le dio origen, aunque no siempre es tarea fácil averiguar cuál fue.

Los procesos que crean rocas metamórficas están vinculados a cambios de presión y temperatura, si bien su actuación puede ser de baja intensidad (metamorfismo de grado bajo)  o de alta intensidad (metamorfismo de grado alto).

Así, un metamorfismo de grado bajo puede transformar una lutita en pizarra, que es una roca mucho más compacta. Pero un metamorfismo de grado alto puede causar una transformación mucho más radical, a tal punto que hace imposible identificar la roca madre.

Entre estos extremos de metamorfismo hay toda una gama de grados intermedios que dan lugar a gran variedad de texturas y composición química, produciendo en muchos casos una cristalización en llamativas bandas llamada foliación.

Los esquistos y los gneis son excelentes ejemplos de esta clase de rocas metamórficas.


Muestra de filita, compuesta principalmente por micas y provienente del metamorfismo de las lutitas. Fuente: Flickr.

El ciclo de las rocas

Los tres tipos de rocas descritos se conectan mediante un ciclo continuo y dinámico. Es el llamado ciclo de las rocas.

Esto significa que las características de una roca no permanecen inmutables en el tiempo. Por ejemplo, las rocas ígneas se desgastan y se convierten en sedimentos, que más tarde dan lugar a rocas sedimentarias mediante compactación y/o cementación. También pueden sufrir cambios cuando se encuentran en ambientes extremos, dando lugar a rocas metamórficas, que a su vez pueden originar sedimentos.

De igual forma, las rocas metamórficas y sedimentarias se pueden fundir para crear rocas ígneas y así sucesivamente, como ha venido ocurriendo en la Tierra desde hace millones de años, ya que este ciclo forma parte de las numerosas dinámicas que tiene el planeta para transformar y reciclar materiales. 

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